Bailar sin parar, comer pepinillos, dormir una hora más, desayunar de forma contundente, tomar gelatina para merender, casi no cenar, correr 5 km al día, hincharte a lechuga a media mañana, beber mucho té, adoptar una dieta estricta, hacer fitness, etc... Así son 1001 consejos que aparecen cada año por esta época y en todas las revistas y periódicos del país.
Pero la que sigue machacando es la conocida dieta Dukan, uno de los regímenes que mayor popularidad ha alcanzado en los últimos tiempos, pese a que son cientos los expertos que nos avisan de que esta dieta es desequilibrada, está incompleta y puede producir resultados "nefastos" para la salud y con un peligroso efecto rebote que, probablemente en unos meses, haga cambiar de opinión a todos aquellos que están convencidos de su efectividad.
Esos mismos expertos nos dicen que la dieta Dukan favorece la bajada de peso porque provoca la pérdida de masa muscular y de líquidos, no de grasas. Pueden ser bajadas de peso más espectaculares a corto plazo pero de muy mala calidad y peor futuro. O sea que de Dukan, ná de ná.
Porque el único axioma científico probado es seguir una dieta variada y equilibrada, adaptada a cada edad y circunstancia y si queremos adelgazar debemos ponernos en manos de un especialista que nos enseñe a comer antes de seguir cualquier plan de adelgazamiento que vemos en la tele o en las revistas.
En resumen, chicas, dejémonos de tonterías, hagamos un poco de ejercicio y apliquemos la gran y conocida máxima: "los alimentos que adelgazan son los que se quedan en el plato".
Nota: El tema archiconocido ha sido la escusa para poner estas dos fotografías super 'vintage' que me han encantado.
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