Está claro que la vida actual está completamente unida a nuestros ordenadores y es raro el salón en que no se encuentre un ordenador o varios en cualquier rincón.
Hace 13 años llegó el primer ordenador a mi casa; un aparatoso Toshiba con torre, un elemento horroroso que no podía integrar en el salón. Debido a ello se instaló en un despacho que me mantenía alejada de cuanto ocurría en la sala principal de la casa.
Cuando compré el primer portátil seguí trabajando en el despacho, pero de vez en cuando me lo llevaba al salón. Poco tardé en dejarlo fijo sobre la mesa del comedor, ya que no era ni pequeño ni manejable, y ponerlo bajo una silla cuando lo cerraba para comer, cenar o ir a dormir. Ahora el despacho, salvo en escasísimas ocasiones, solo sirve para sacarle el polvo y fregarlo una vez a la semana. Antes del 2000 era la habitación de invitados, ahora como no duerman sobre la mesa... y todo gracias a la informática y a trabajar en casa.
Debido al apego, o dependencia, que tenemos de nuestros ordenadores, no es raro ver en los proyectos de decoración una mesa de despacho o rincón específico integrado en nuestro salón. ¡Esta es nuestra nueva forma de vida!
En los 40 el centro fue la radio; en los 60, la televisión en blanco y negro; ahora toca a los ordenadores que lo son todo a la vez, pero es mucho menos participativo familiarmente hablando.
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