-CARÁTULA DEDICADA A LA MUJER AFRICANA. UNA DE LAS MUJERES MÁS OPRIMIDAS, MÁS MALTRATADAS, VEJADAS Y MENOS RESPETADAS Y VALORADAS POR SU SOCIEDAD; PERO, POR DESGRACIA Y VERGÜENZA, HAY MUCHÍSIMAS MAS-

lunes, 30 de diciembre de 2013

LA MUJER Y EL FRANQUISMO -II-

Si lo publicado ayer era una especie de doctrina sacada de la noche de los tiempos, unos consejos que, en la intimidad del hogar, se podían cumplir o no, lo de hoy es triste y dura realidad. La realidad de unas leyes fascistas y machistas que sometieron a la mujer y se aprovecharon de ella.

Durante la dictadura franquista, a la mujer española se le arrebataron los derechos que la Constitución de 1931 le había otorgado, como la igualdad con respecto al varón y el derecho a voto. Con el Régimen de Franco, la mujer pasó a asumir únicamente el papel de devota madre y sumisa esposa.

Tras la victoria del bando nacional, muchas de ellas murieron por ser republicanas, unas por ejercer la militancia o la práctica política y otras simplemente por ser parientes de varones de izquierdas. Las mujeres republicanas fueron llamadas las nuevas Eva, que los 'nacionales' aseguraban parirían hijos enemigos de España, y por ello las rapaban la cabeza y las daban aceite de ricino, para pasearlas después por las calles con el fin de humillarlas. Aunque parezca mentira eso pasó hasta finales de 1939.

Por si eso fuera poco, al resto de las mujeres casadas -por supuesto, no republicanas- se les negó el acceso al mercado laboral. Con el Fuero del Trabajo promulgado en 1938, el Estado reguló el trabajo a domicilio, y sólo podían trabajar en él las mujeres solteras o viudas subordinadas a varones, es decir que viviesen con su padre.
Esas mujeres, si se casaban, debían firmar su despido voluntario un mes antes del enlace, según lo dictaba la Ley de Reglamentaciones Laborales de 1942, y para acceder de nuevo al trabajo -dos años después del matrimonio-, la Ley de Contratos de Trabajo decía que debían contar con la autorización del marido.
Lógicamente sus salarios eran muchísimo más bajos que los de los varones, exactamente la cuarta parte; actualmente solo son un 20% inferiores. Algo se ha ganado, pero para haber transcurrido 72 años, más bien poco.

Debido a todas esas trabas, resultaba imposible que una mujer fuese cabeza de familia y sacase adelante su casa. Muchas de las mujeres de aquella época tuvieron que recurrir al estraperlo, cambiando productos, manufacturados por ellas mismas, a cambio de alimentos. No olvidemos que en esa época y hasta 1952 existió la cartilla de racionamiento para los productos básicos alimentarios.
Una anotación al margen: el estraperlo estaba considerado un grave delito y acarreaba penas de cárcel y multas, salvo para los varones afiliados o simpatizantes del régimen franquista, que hicieron grandes fortunas aprovechándose de las necesidades del pueblo.

La revista de la Sección Femenina, liderada por Pilar Primo de Rivera, como escribí ayer, enseñaba a las mujeres a comportarse, siempre supeditadas a la voluntad del varón, y dispuestas a complacerlo en todo, sin derechos, sin opiniones, solo sumisión. El adulterio de la mujer estaba duramente castigado por el Código Penal, pero no el del varón que era considerado normal.

Antes de finalizada la vergonzosa guerra, en la zona liberada del yugo republicano se crearon el Servicio Social de la Mujer, y el Auxilio Social, para conseguir y explotar la mano de obra femenina gratuita, esos servicios sociales eran obligatorios para las mujeres de edades comprendidas entre los 17 y los 35 años de edad, eso sí, que estuvieran solteras.

En 1941 se creó el Patronato de Protección de la Mujer, que no era más que otra forma de atraer a la mujer hacia la Iglesia, la docencia católica, la enfermería y apartarla de cualquier opción de vida autónoma.
La situación laboral de la mujer mejoró en 1961 con la Ley sobre Derechos Profesionales y Laborales de la Mujer, que acababa con la prohibición del acceso al trabajo, aunque continuaba en vigor la necesidad de la autorización del marido para poder trabajar.

En 1963 se promulgó el Plan de Desarrollo, destinado a cubrir las necesidades de mano de obra abundante y barata. El Régimen recurrió a la mujer para ello, aunque la obligación del permiso paterno o marital para poder trabajar se mantuvo hasta 1976, cuando -ya muerto el dictador- entró en vigor la Ley de Relaciones Laborales y se derogaron muchas de las leyes franquistas.
Si hace unos meses me saqué el sombrero ante las maestras republicanas, hoy lo hago ante estas mujeres que fueron despreciadas, diezmadas, utilizadas, explotadas y vejadas legalmente por el simple hecho de ser MUJER.

1 comentario:

Rosario dijo...

La mujer es la primera en construir lo que el hombre destruye. Con su labor diaria,con cada gesto, la mujer “crea”.
Con los residuos de una guerra inventa un detergente de arena, cocina sin alimentos, une retazos de tela,ordena, intenta dar brillo a un paisaje deslucido. También protege, defiende, pare. Sin ella la reconstrucción no comienza. Mi pequeñito homenaje para todas aquellas mujeres insustituibles: nuestras madres.