Vaya por delante que nunca me ha gustado la Navidad. Aunque sea un tópico, desde que me enteré quienes eran los Reyes Magos, además de entender muchas cosas, esas fiestas dejaron de tener gracia para mi.
Luego cuando llegó mi adolescencia y juventud me fastidiaban el doble ya que, como estaba toda la familia, no podía salir hasta las 7 de la tarde y como tenía que volver a las 9 y media, esos días a las 10 en punto... ¡día perdido!
Como colofón llegaron las navidades matrimoniales que eran un latazo insufrible y en las que se nos repartían como bultos, un año con mis suegros y al siguiente con mis padres. Insufrible para mi ex y también para mi; pero eso pasó, la Navidad no.
La verdad es que nunca, o casi nunca, he disfrutado de estas fiestas y, posiblemente debido a ello, tampoco he sido mucho de decorar la casa en navidad. No me gustaba ni me gusta ponerlo todo patas arriba por un tan corto espacio de tiempo: el árbol, el centro de mesa, mis tres figuras antiguas del Belén, que yacen desde hace años en una caja, y la clásica ponsettia. Punto final, esa ha sido siempre mi decoración navideña.
Actualmente ya ni pongo árbol, mi querido y añorado gato negro acabó con esa tradición y se lo agradezco, ya que ahora estoy en contra de la tala de árboles por motivos tan banales. ¡Menudo estropicio organizó!... Al año siguiente, no me quedaron ganas de repetirlo y puse uno artificial de 'Grifé & Escoda', pequeño -50cm- muy mono y decorado con miniaturas, que es el lleva saliendo y entrado de la caja desde hace más de 10 años.
Puede que de la navidad lo único que me gustaba fuese comprar y decorar el árbol. Siempre vigilaba que tuviese luz natural, que estuviese lo más apartado de la calefacción y que se pudiese ver desde distintos ángulos sin tener que toparme de morros con él al entrar en el salón. Me pasaba horas decorándolo, lo de desmontarlo y tirarlo a la basura ya no me gustaba en lo más mínimo y, si podía, ya no lo hacía yo.
Lo que siempre cuidé fue el centro de mesa que debía ser alargado, bajo, poco aparatoso, lo más natural posible, sin lazos, bolas ni purpurinas y las velas siempre rojas. Plantas Navarro me hacía uno especial -y bajo mi atenta mirada- cado año; pero ahora esos clásicos centros navideños han evolucionado y un par de faroles con dos piñas y dos ramitas de abeto o un recipiente de cristal con cuatro ramas y una vela, quedan perfectos y los podemos hacer nosotras mismas.
Aquí os dejo algunas ideas que me han encantado. Bonitas, baratas, de reciclaje y cero aparatosas; con cualquiera de ellas, y el arbolito de 'Grifé & Escoda' -en mi caso- u otro parecido, será suficiente para darle espíritu navideño a toda la casa. Al fin y al cabo las fiestas duran escasamente 15 días y no hay que tirar la casa por la ventana.
1 comentario:
Estoy de acuerdo, dos detallitos, un árbol no muy grande y el Belén de tres piezas a los piés.
Ah, y a mi lo que me gusta es poner una corona navideña en la puerta. Se que es muy yanke y hortera pero ¿qué se le va a hacer?
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