
El mono surgió (y se mantiene) como una prenda de trabajo a principios del siglo XX. Resistente, cómodo y plagado de bolsillos, pronto fue adoptado durante la Segunda Guerra Mundial por los pilotos y por las mujeres, que se enfundaban el 'todo en uno' por primera vez para hacer frente a las duras tareas a las que se enfrentaron en aquella época.

La pequeña tienda, que acabó teniendo 6 grandes tiendas en Barcelona, tenía confección y, por el mismo precio me hicieron uno a medida.

La primera versión ‘moda’ del mono fue de Elsa Schiaparelli, e imitaba a los utilizados durante la guerra en un vivo azul y con capucha, pero su momento de apogeo no llegó a finales de la década de los 60 y se llevó como ropa de diario hasta principios de los 90. A partir de entonces, el armario femenino le dio un respiro de casi 20 años, hasta que en 2008 Stella McCartney volvió a hacer de él un perfecto sustituto al vestido de noche.
A partir de esa 'recuperación' han vuelto los monos para llevar a cualquier hora del día y de la noche pero yo ya me he 'desmonotizado'. Lola, que era la diseñadora y alma de la marca, se jubiló y las dos tiendas que, en la actualidad, quedan ya no tienen confección y venden lo mismo que el resto.
A partir de esa 'recuperación' han vuelto los monos para llevar a cualquier hora del día y de la noche pero yo ya me he 'desmonotizado'. Lola, que era la diseñadora y alma de la marca, se jubiló y las dos tiendas que, en la actualidad, quedan ya no tienen confección y venden lo mismo que el resto.
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