El pasado 28 de Enero se cumplieron 200 años de la primera edición de 'Orgullo y prejuicio' de Jane Austen. La novela fue una crítica feroz a las convenciones sociales y mostraba el abismo que existían entre clases en esos años previctorianos. Su protagonista, decidida a casarse por amor, asumía sin dramatismo la amenaza de la soltería, el gran miedo de las mujeres de aquella época y de otras no tan lejanas.
Desde entonces, mucho han cambiado las cosas para las mujeres y si somos más libres y decidimos sobre todo lo que afecta a nuestras vidas, aún nos queda mucho que recorrer.
Según la OCDE, las españolas, tras las portuguesas, somos las que más avances educativos hemos conseguido en poco tiempo. No es de extrañar, tambien somos las que estábamos más atrasadas en ese aspecto. "40 años de paz franquista" dieron para mucho retraso en todo y sobre todo para frenar la educación y emancipación de la mujer.
Los datos hablan por si solos: en la franja comprendida entre los 55 y los 64 años, el 36,15% de los hombres tiene educación secundaria frente al 28,59% de las mujeres. De los 25 a los 34, la tendencia cambia: las féminas que han estudiado son el 70,20% frente al 59,42% de varones.
Pese a estar más preparadas, España está a la cola de Europa en materia de conciliación y aún muchas mujeres sufren discriminación por su sexo: el 55% de los casos denunciados hay sido por cuestiones salariales; el 32% por falta de promoción interna y el resto directamente en los procesos de selección.
No olvidemos que solo un 34% de los cargos directivos en España son mujeres y de cada 10 miembros en los consejos de administración de las empresas que cotizan en la Bolsa, sólo una lo es.
El mismo informe indica que la mujer trabajadora española dedica 100 minutos más diarios al trabajo no remunerado -frente a los 25 de la media europea-, acapara los contratos más precarios y demuestra que si, en España, al hombre le beneficia laboralmente tener una estabilidad familiar, a la mujer la perjudica sensiblemente.
Noruega, Islandia y Suecia son los mejores países del mundo para ser mujer, madre y trabajadora. España ocupa el puesto decimosexto; por lo tanto no debemos olvidar que nos queda muchísimo camino por recorrer y no podemos invertir 200 años más.
5 comentarios:
Buen artículo pero has omitido algún dato que creo muy relevante.
La mujer de la foto es la eurodiputada italiana Licia Ronzolli que acudió a la sesión, con su hijo recién nacido, para defender el derecho de conciliación entre la vida laboral y la familiar.
Hace cuatro años, otra eurodiputada danesa, Hanne Dahl, hizo lo mismo y dió de amamantar a su hijo mientras se celebraba el plenario; y el año pasado, otra diputada italiana, cuyo nombre no he encontrado, asistió a la sesión con su hija de dos años.
En todos los casos sus compañeros las han aplaudido pero nadie ha hecho nada por la conciliación de la vida de las mujeres.
Esa es la diferencia entre los hombres españoles y los europeos.
100 minutos diarios de trabajo doméstico contra 25 de las europeas. La explicación es fácil:
Fuera, los maridos o parejas comparten casi todas las labores domésticas y cuidados de los hijos, aquí máximo van a la compra y si no hay cola.
No sé si nos faltan 200 años, lo que si sé es que mientras manden ellos, y son mayoría, las mujeres seguiremos siendo las grandes perjudicadas, las más discriminadas y con esta maldita crisis, aún peor.
Cada paso adelante que damos y justicia que conseguimos nos cuenta años de lucha y dejarnos trocitos de nuestra piel por el camino. Muchos hombres nos pondrán siempre trabas, pero al final perderán la batalla. La tenacidad es femenina.
Ese es el gran problema, como ellos copan los puestos directivos, tanto políticos como empresariales, las mujeres (por mucho más capacitadas que estemos que ellos) tenemos que hacernos el hueco a codazos y muchas veces nos retuercen el brazo, el cuello o lo que pueden, empezando por la nómina y los ascensos.
Me he leído todos los libros de Jane Austen. Me encanta la novela victoriana.
El hombre español es aún bastante gaznápiro (por no llamarle otra cosa), se va educando poco a poco pero aprende tan lentamente que nos quedan aún muchos años de educación acelerada. Todo llegará, a tercas no hay quien nos gane.
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