-CARÁTULA DEDICADA A LA MUJER AFRICANA. UNA DE LAS MUJERES MÁS OPRIMIDAS, MÁS MALTRATADAS, VEJADAS Y MENOS RESPETADAS Y VALORADAS POR SU SOCIEDAD; PERO, POR DESGRACIA Y VERGÜENZA, HAY MUCHÍSIMAS MAS-

lunes, 11 de noviembre de 2013

LAS MUJERES, MEJOR DESNUDAS

Acabo de leer los cinco tipos de mujeres que no les gustan a los hombres. No es que el tema me preocupe, lo que puede preocuparme -que tampoco- es qué tipo de hombre nos gusta a nosotras y lo difícil que es de encontrar, pero ese es otro tema.
 
Parece ser que nuestra forma de vestir les influye en demasía y la mujer que más detestan es la andrógina, pese a que la androginia está muy de moda. Pantalones de corte masculino, camisas blancas holgadas, chalecos, sombreros e incluso corbatas es algo que les repatea en grado sumo. Y, por supuesto, zapatos de chico. El estilo, para mi, es fantástico pero si  no somos ni Katharine Hepburn ni Diane Keaton corremos el riesgo de parecer una rancia profesora de universidad o una bibliotecaria. Ellos nos prefieren más femeninas, pero cuidado que tampoco demasiado. Ya veréis...
 
Si la mujer con indumentaria masculina nos les gusta, aún les repelen más las mujeres envueltas en dulzura. Blusas vaporosas con motivos de pajarillos o florecillas combinadas con unos pantalones rectos y un zapato plano les da auténtica dentera. No soportan a las mujeres floreadas estilo 'casa de la pradera', ni vestidas con colores pastel, odian los rosa palo, azul celeste o verde claro. Ante esos colores huyen despavoridos.
 
Pues nada, vayamos a la mujer de corte más clásico.
La rebequita o americana de entretiempo, la falda justo por encima de la rodilla, los encajes y los volantes pueden ser muy seductores, pero en exceso, y en el exterior, pueden hacer que nos vean como a nuestras madres o abuelas. Si además, a ese look le añadimos unas gafas más grandes de lo normal: sí, esas gafas enormes y de pasta que están tan de moda, nos hará parecer frente a ellos una repipi un poco o bastante reprimida. Vamos, ¡otro fracaso!
 
Está claro, no les gustan las mujeres clásicas, las dulces e infantiles, las masculinas... está claro, ¡les encantan las hippies y las sexys provocativas!
 
Respecto a las primeras, si son un poco 'hippies' vale, cuatro detallitos y punto. Nada de chalecos con flecos, faldas largas, ni sombreros, ni tampoco anchos blusones; que no se sepa si somos gordas o flacas y que escondamos nuestras piernas es signo de desconfianza para ellos. ¿Qué creen que vamos sin depilar o que tenemos una pata de palo?...
 
Las sexys provocativas son su debilidad, ¡por fin está claro!

Lo sexy: tacones (de longitud más que razonable), las minifaldas exageradas y ceñidas y los grandes escotes son muy provocativos. Ahí suele haber unanimidad, pero... sin embargo –¡oh, sorpresa!– no tiene nada de atractivo. El estampado de leopardo, el terciopelo y los vestidos y tops lenceros también les abomina y les baja la líbido.
¿Entonces?... Ante tanta pega y de tanto tipo, solo cabe una triste conclusión: si queremos que nuestro estilo de indumentaria le guste a los hombres, mejor que no nos compliquemos la vida y vayamos directamente desnudas.
 
Soltada la boutade y aceptadas las críticas masculinas. Nosotras, para vosotros, como mejor estamos es desnudas, vale; además acepto pulpo como animal de compañía, pero de lo que no cabe duda alguna es que vosotros estáis más guapos callados. 

Por cierto, el día que nos de por hablar de esos slips, calzoncillos y bóxers que os ponéis para lucir atributos, os vais a quedar de un aire.

2 comentarios:

Silvia Rojo dijo...

Muy buena conclusión, desnudas seguro que no ponen pegas. Ja.ja.ja
Me apunto a la sugerencia de hablar de sus gayumbos, algunos se creen que están arrebatadores y están para partirse el pecho.
Si ellos ponen pegas y desmotivaciones negativas, nosotras podemos poner más, ¡seguro!
¿Empezamos?.....

Carmen F. dijo...

Si, mujer, y en esta época del año... ¿Sabes que te digo? Que en pelotas se pongan ellos, aunque no les arriendo las ganancias o risas, y por otro lado si no les gusta, que no miren. ¡Si que son exigentes esos dechados de perfección! Vamos, ¡¡el colmo del despropósito!!