Leo: “La levantaron entre un grupo de varios chicos, le gritaron que les enseñase los pechos y ella se negó, pero no se podía zafar porque la tenían agarrada por las piernas y la salpicaban continuamente con vino. Luego, comenzaron a acercársele un montón más de manos hasta que le acabaron rompiendo la camiseta por detrás. Mis amigos intentaron protegerla, pero la gente se seguía acercando igual para sobarla”. Así recuerda Estefanía Fonseca la rocambolesca escena que presenció el pasado sábado en la plaza Consistorial de Pamplona, momentos antes del lanzamiento del chupinazo que inauguró las fiestas de San Fermín.
Más de 4.000 kilómetros separan la plaza de Tahrir de la Consistorial de Pamplona y solo un día desde que escribiese sobre lo que les sucede a las mujeres egipcias. Una distancia física, cultural y social; el fondo, el mismo.
Aunque viendo las fotos que salen en todos los medios, me veo obligada a apuntar que las mujeres fotografiadas y que padecen ese trato, parecen disfrutar del mismo. Puedo estar equivocada pero me pregunto... ¿cuántas chicas habrán que no han consentido esos sobos y esos 'festejos' les habrán dejado un terrible mal sabor de boca?...
Debo reconocer que desconocía el tema pero, según sigo leyendo, el fenómeno de las agresiones sexuales en grupo, aprovechando las aglomeraciones y el ambiente festivo en el que las normas sociales parecen desaparecer, no ha parado de crecer en los últimos años en España y no solo en los Sanfermines.
Tanto es así que, en el caso de las fiestas de San Fermín, distintas organizaciones sociales de la capital navarra han realizado una campaña de denuncia sobre esta problemática y han habilitado un número de teléfono para atender las denuncias de las víctimas. Numerosas pancartas con los lemas ‘Babosoak, ez’ (babosos, no) y ‘No to sexist aggression’ (No a las agresiones machistas) adornaban los balcones de las calles del centro de Pamplona.
Las comparaciones son odiosas y estas situaciones puede que sean incomparables pero, pese a eso, me queda esa agria sensación de "yo criticando a los malas bestias egipcios y, aquí, sin ir tan lejos..."
5 comentarios:
Para reflexionar sobre por qué pasan estas cosas, hay que ir al fondo de lo que son los San Fermines y muchas otras fiestas populares con toros, carreras y demostraciones de masculinidad. Son fiestas que tienen un fuerte componente de género tradicional, donde hacer el cafre y demostrar ser el más macho, son elementos centrales. Al fin y al cabo, vienen de una tradicion en la que, demostrar esos comportamientos (fiestas de los quintos cortando cabezas de pollo y demás) era casi un rito de paso a la edad adulta, de demostrar que ya se es un hombre (tal como se entiende tradicionalmente).
En un contexto así, de macherío y alcohol, ¿de verdad extraña que haya comportamientos como estos? Si el protagonista es el hombre joven, ya adulto (repito, tradicional) que corre delante del toro y lo mata, ¿a quien le extraña que expresiones un poco extremas de la fiesta sean, en grupo o en solitario, propasarse con las mujeres, que no son más que sujetos pasivos en la misma?
Esto que digo, seguro que no gustará, pero hay que reflexionar sobre qué valores promueve San Fermín, si la violencia, los toros y los alardes de masculinidad tienen que tener el protagonismo o la importancia que tienen en la actualidad en esta fiesta; aunque me temo son consustanciales a ella.
He visto fotos y leído comentarios en la prensa y la reacción del gobierno ha sido la típica de ellos: ha defendido la fiesta de San Fermín como patrimonio cultural (como los toros) y ha instado a no publicar imágenes "deplorables de acoso a mujeres como las que se han publicado este año"; es decir que no se vean, que lo hagan ya es otra cosa. En resumen, que se siga acosando, pero que no se distribuyan las imágenes... Bonito mensaje.
¡Malditos hipócritas, con todo hacen lo mismo!
El sábado noche tuve una discusión con unos amigos justo por este tema. Ellos mantenían que ellas se lo buscaban por ir de calienta...., yo defendía que, pese a estar en desacuerdo con esas chicas, eso no daba derecho a nadie a meterlas mano o a intentar arrancarles la ropa como se han visto en multitud de fotos y videos. No llegamos a ningún acuerdo y acabé muy cabreada por la estupidez de esas idiotas y el machismo de algunas de mis "amistades".
Y como ya le leído el siguiente post, debo decirte que no tienen nada en común, ya que unas juegan y pueden encontrarse con algo desagradable e injustificable y otras se lo encuentran si o si como coacción a sus derechos y al simple hecho de ser mujer.
Las últimas semanas nos han llenado la mirada de imágenes impactantes. Desde la Plaza Tahrir a las calles de Pamplona hemos visto mujeres arrastradas por una turba masculina, manoseadas, violentadas y vejadas. En un caso, se trataba de una muchedumbre manipulada con fines políticos; en el otro, más prosaicamente, de un grupo de borrachos. Pero todos estaban seguros de ejercer un derecho ancestral sobre los cuerpos de las mujeres; todos sentían que, poseyéndolos, afirmaban su poder y su preeminencia, su placer, certificaban su identidad… o hacían daño a sus enemigos. Esas imágenes no son una reminiscencia del pasado. Muy al contrario, nos hablan de una amenaza de cara al futuro. Las violaciones del Cairo pretendían aterrorizar a las mujeres, expulsarlas de la Plaza: sin ellas no habrá revolución. Por su parte, las exacciones machistas de las fiestas navarras muestran hasta qué punto permanece latente en la sociedad una pulsión violenta contra las mujeres, un impulso que puede brotar de la masa humana atomizada y entregada a sus atavismos. El sistema que nos rige, levantado sobre una desigualdad estructural entre hombres y mujeres, sus regímenes y gobiernos, recurren y recurrirán a esta violencia, atizándola o encubriéndola, con objeto de someter a las sociedades. Esa es la lectura que corresponde ante a unos hechos presentados, a menudo, como “daños colaterales” de grandes acontecimientos o como incidentes, quizás deleznables, pero sin mayor trascendencia.
Sylviane Dahan Sellem
Tan vergonzoso es un hecho como el otro. Tienes toda la razón Sylviane. El ir borracho no justifica esos comportamientos machistas. Lo que sucede en Egipto es del todo injustificable e inaceptable y debería estar duramente penado, pero en esos países la mujer está menos valorada que una mula de carga. ¡Algo terrible y terrorífico para la vida de esas mujeres!
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