TURISMO EN SOLITARIO

Según las cifras que ha publicado recientemente el grupo Small Luxury Hotels of the World (SLH), uno de los más grandes en el mercado internacional, entre 2011 y 2012, la demanda de habitaciones para mujeres que viajaban solas subió un 53%.
 

Gran Bretaña y Estados Unidos fueron los destinos preferidos por las viajeras. Sin embargo, les siguen de cerca Hong Kong y Francia, donde la ocupación de habitaciones por mujeres se supera las 6.000 al noches al año.

 

Para los especialistas en el sector, las mujeres se consolidan cada vez más como un fuerte potencial en el negocio del turismo, ya sea por viajes de placer o de trabajo y llama especialmente la atención el rango que consumen: hoteles de lujo.

 

En vista de que las mujeres cada vez viajamos más solas, algunas cadenas hoteleras han querido adaptar su oferta a las necesidades de estas viajeras cada vez más numerosas. Por ejemplo, el Naumi Hotel, en Singapur, ha creado plantas sólo para viajeras mujeres. El Duke's, en Londres, y The Chesterfield, en Palm Beach, han hecho lo propio.

La Maltese Estate en Santorini ofrece la “Ruta culinaria mediterránea”, exclusivamente para mujeres, mientras que el Slovenia's Grand Hotel Toplice tiene reservado un servicio de Club de Golf exclusivo para mujeres. El Hotel Punta Islita, en Costa Rica, tiene un programa no sólo de ocio, también cultural en el que las viajeras pueden interactuar y conocer a líderes y artistas destacadas de la región. Está claro, ofertas no nos faltan.

 

¿Será que nos estamos aplicando el cuento aquel de "mejor sola que mal acompañada"?...

 

Yo he viajado algunas veces sola, la mayoría lo hice acompañada de mi ex, y debo reconocer que las veces que lo he hecho sin acompañante he disfrutado el doble. 

Me encanta coger aviones y taxis, espabilarme yo solita y descubrir la ciudad a mi aire. Odio los viajes organizados o los llamados 'en pareja interesada en distintas cosas' en los que las tardes se pasan durmiendo para luego salir a cenar -esa era la consigna de mi ex-. Se me llevaban los demonios y acababa marchándome todas las tardes sola y alguna mañana también.
 

Y pensándolo un poco, para eso mejor hacerlo de entrada y hasta puede que tengamos la suerte de encontrar a un francés encantador y guapísimo en el asiento de al lado del avión que te oriente en la nueva ciudad.
Pero dejando al francés de lado, lo que está claro es que para conocer una ciudad, sus gentes y sus costumbres hay que patearla -meterse en ella- y eso, desde luego, se hace mejor sola.

 

No me extraña que, si el posible acompañante es de 'paseíto matinal, comida, hotel, tele y cena', el turismo femenino en solitario vaya en aumento. ¡Para dormir y ver la tele mejor nos quedamos en casa! ¿Cuantas veces habré repetido esa frase?... ¡Pues cada tarde y en cada viaje que hacía 'acompañada'!