
Creo que, también entonces, os comenté que de las tres casas que he tenido desde que me emancipé, dos de ellas disponían de ese elemento.
En la primera la encendimos una vez y fue tal el circo de humo que se montó que no volvimos a intentarlo y en su lugar puse aquellos cutres troncos con luz que simulaban el fuego y me quedé tan ancha.

Además, para mas 'inri', hace años puse un sillón delante porque un día cacé a mi querido gato negro cuando intentaba trepar por el tiro. Llego a tardar un poco más en verlo y no sé como lo saco... Aquel gato trasto, por desgracia, ya no está con nosotros, pero me he acostumbrado a ver el silloncito delante. Si lo saco no me gusta. ¡Seré idiota!
Pero, lo reconozco un salón con chimenea, aunque no se encienda, es muy cálido y elegante, aunque sea otro rincón incómodo de limpiar; porque aunque tengas bajado el tiro, la porquería se cuela por todas lados. Si los vecinos encienden las suyas, todavía más.
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