
No es lo mismo comprar un sofá para pasar un año en un piso de estudiantes, o de la playa, que elegir el tresillo para la casa que nos acabamos de comprar o alquilar y donde vamos a dar comienzo a nuestra nueva vida solas o en pareja.
Personalmente siempre me han gustado los sofás de cuero, pero al tener siempre animales -perro o gatos- me he tenido que quedar con las ganas; aunque reconozco que, estos sofás, tienen sus ventajas y sus inconvenientes.

Otra de las grandes ventajas es su gran durabilidad. Un sofá de cuero puede durar muchos años “como nuevo”, mientras que uno de tela, a pesar de que podemos lavar las fundas, se deteriora y ensucia con mucha mayor rapidez.
Por último, tampoco hay que olvidarse de algo tan importante como el diseño y la presencia. La piel es un acabado noble que transmite esa nobleza al sofá y éste a la sala donde se instala. El empaque que da al salón es más que notable.

En segundo lugar está la usabilidad. Aunque la piel es un material agradable al tacto, su uso habitual nos hace descubrir algunos peros, que se resumen principalmente en que es frío en invierno y caluroso en verano, amén de que su contacto prolongado con la piel desnuda hace que te quedes literalmente pegado.
De todos modos como no creo que hayan much@s encantad@s de poder tumbarse en el sofá como Dios los trajo al mundo en el sofá y si no tenéis mascotas saltarinas y, sobre todo, si vuestro presupuesto os lo permite, no lo dudéis optad por un sofá de cuero, no os arrepentiréis y a la larga habréis ahorrado dinero.
1 comentario:
Otra cosa que me gusta: ¡Ese precioso sofá rojo! Que maravilla, claro que en mi casa cantaría como una almeja después de estar una semana fuera de la nevera.
¡Que pena no ser millonaria!!!...
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